La protección y prevención contra incendios es una de las preocupaciones de muchos empresarios, la seguridad en el trabajo y reducir la siniestralidad laboral es fundamental y no basta con que todos los empleados hagan periódicamente un curso de prevención en riesgos laborales en el que se advierte, entre otras cuestiones, de que comportamiento debe tener el trabajador en caso de incendio. También ha de dotarse a la empresa de los correspondientes medios e infraestructuras de prevención, detección, alerta y extinción que garanticen la seguridad de todos en caso de incendio o accidente.
El Reglamento de instalaciones de protección contra incendios (conocido como RIPCI) fue aprobado mediante el Real Decreto 513/2017 y tiene como principal misión la de preservar la seguridad y las vidas de los trabajadores para lo que expone una serie de condiciones y requisitos exigibles y que tienen que ver con el diseño, instalación, mantenimiento e inspección de los equipos y sistemas que conforman las instalaciones de protección contra incendios.
Entre todas las medidas que establece el reglamento hay algunas que son obligatorias pero también hace ciertas recomendaciones que, sin duda, dan mayor seguridad a todos en el entorno laboral de la oficina. Aunque se trata de un reglamento nacional, las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos pueden y deben desarrollar sus propias exigencias con el fin de aumentar la seguridad para la protección y prevención contra los incendios.
Cuando un edificio de oficinas se incendia los daños materiales son cuantiosos pero los personales pueden adquirir carácter catastrófico por eso los medios para prevenir fuegos deben estar siempre actualizados y cumplir las normativas y reglamentos legales. Para que solo haya que lamentar la perdida material como en el caso del incendio del edificio Windsor que conmocionó a Madrid pero no ocasionó víctimas mortales.
El RIPCI es la piedra angular para la normativa de regulación en materia de Protección Contra Incendios aunque existen otras regulaciones que deben tenerse muy en cuenta e implementarse de manera conjunta. Este el caso de las disposiciones normativas, entre las que destacan las relativas al diseño, ejecución, puesta en marcha y por supuesto mantenimiento de instalaciones de protección y prevención contra incendios como son el Código Técnico de la Edificación (RD 314/2006) y el Reglamento de seguridad contra incendios en los establecimientos industriales (RD 2267/2004).
Prevención de incendios en instalaciones industriales
La Norma básica de la edificación, aprobada por el Real Decreto 2177/1996, de 4 de octubre, establece las condiciones que deben reunir los edificios, excluidos los de uso industrial que cuentan con su propia reglamentación, para proteger a sus ocupantes frente a los riesgos originados por un incendio. Debe existir un especial celo a la hora de prevenir el riesgo de incendio en instalaciones industriales, por ello existe un reglamento específico para obtener la máxima seguridad en estos establecimientos de uso industrial.
El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio regula las condiciones de prevención contra incendios en los establecimientos industriales de manera horizontal, haciendo la normativa de aplicación obligatoria para todos los sectores de actividad industrial. La norma específica para la regulación de las condiciones de seguridad que deben cumplir los aparatos, equipos y sistemas, así como su instalación y mantenimiento, además de la regulación de los instaladores y mantenedores, está prevista en el Reglamento de instalaciones de protección contra incendios, aprobado por el Real Decreto 1942/1993, de 5 de noviembre, y en la Orden de 16 de abril de 1998.
Por otra parte, la Ley 21/1992, de 16 de julio establece la necesidad de que las empresas instaladoras y mantenedoras contraten un seguro de responsabilidad civil profesional “cuando exista un riesgo directo y concreto para la salud o para la seguridad del destinatario o de un tercero” cuya “garantía exigida deberá ser proporcionada a la naturaleza y alcance del riesgo cubierto” para dar cobertura personal a todos los implicados en el proyecto y los trabajos en materia de instalación de medios para la prevención contra incendios.
Medios de prevención y extinción: pasivos y activos
La prevención de incendios engloba medios pasivos y otros activos. Los primeros son los relativos a la construcción y diseño de los espacios. Establece, entre otras cosas, las medidas mínimas de las salidas emergencia, pasillos, escaleras y hasta el número y lugar en el que se deben instalar y hasta los tipos de materiales ignífugos más recomendables.
Es habitual que también se cuente entre este tipo de medios pasivos el establecimiento de ‘sectores de fuego’ que aíslan cada zona para tratar de detener la propagación del fuego a las por todas las plantas y zonas del edificio o al resto de infraestructuras colindantes. En estos casos existen medios pasivos de prevención de incendios como son las mantas ignífugas que se suelen instalar en las cámara de aislamiento y sirven para contener los fuegos en la zona en la que se inician sin que se comprometa el resto del edificio.
Los medios activos son quizá más visibles y evidentes. Consisten en los detectores de humo y timbres o alarmas que se instalan para que cualquiera pueda activarlos en caso de detectar un fuego o humo. Alertas y la señalización obligatoria de las salidas de emergencia, así como los planes de evacuación que establecen las rutas y puntos de encuentro en el exterior para que salgan todas las personas que se hallen en el interior del edificio. Se harán simulacros periódicos para que todos los trabajadores sepan como deben actuar en caso de emergencia y se nombrará uno o varios responsables para dirigir la evacuación.
Capítulo a parte merecen los extintores y las bocas de incendios o mangueras de extinción, sin duda los medios de extinción activa más evidentes.
Tipos de extintores y mangueras
El RIPCI establece en el capítulo III que los extintores “deberán ser instalados por empresas instaladoras de sistemas de protección contra incendios, por empresas mantenedoras de extintores portátiles o por el fabricante de los extintores” en caso de que la superficie de trabajo supere los 100m2″. Si la superficie es inferior podrá ser el propio usuario quien los instale. Además la norma UNE 23120 establece las obligaciones de las empresas instaladoras y los estándares que deben cumplir los extintores portátiles.
“Los extintores de incendio, sus características y especificaciones serán conformes a las exigidas en el Real Decreto 769/1999, de 7 de mayo” que diferencia entre extintores portátiles, diseñados para que puedan ser llevados y utilizados manualmente, “teniendo en condiciones de funcionamiento una masa igual o inferior a 20 Kg.”; por otra parte están los extintores móviles diseñados para poder trasladarse de manera manual o sobre ruedas y que pesan más de 20kg.
Ambos tipos de extintor deben estar localizados y situarse cerca de las salidas de emergencia y los lugares con mayor riesgo de incendio. Además deben estar señalizados, ser visibles y accesibles. Por ello, el RIPCI recomienda que se sitúen “sobre soportes fijados a paramentos verticales, de modo que la parte superior del extintor quede situada entre 80 cm y 120 cm sobre el suelo y ser de fácil acceso para poder utilizarlo en caso de necesidad”. De igual manera es obligatorio que la empresa mantenedora los inspeccione de manera periódica y los sustituya en caso de que se deterioren o haya expirado el período de utilización que establece el fabricante.
Si hablamos de tipos de fuegos, los extintores cambian. Por ello, cada empresa debe tener los que más se adecuen a los materiales que normalmente pueden encontrarse en sus instalaciones.
Fuegos sólidos o de clase A: son los que dejan residuos como brasas o cenizas. Se refieren a materiales como papel, cartón, plásticos El extintor adecuado para este tipo de fuego es el de polvo que apaga las llamas por sofocación, además los extintores de polvo o de espuma física son los más habituales ya que apagan prácticamente todo tipo de fuegos.
Fuegos de líquidos inflamables o tipo B: son aquellos que se producen en combustibles líquidos, aceites vegetales, alcoholes, cera, parafina y otros derivados del petróleo para estos fuegos son necesarios extintores de polvo o de espuma física.
Fuegos de gases inflamables o tipo C: son los característicos de elementos gaseosos como el butano, propano, metano, y habitualmente materiales informáticos o electrodomésticos. Este tipo de fuegos son especialmente volátiles al tratarse de gases muy inflamables y lo más adecuado y seguro es sofocarlos con extintores de C02 que además son más delicados y dejan menor residuo lo que hace que en caso de equipos o materiales especiales, estos puedan ser recuperables en alguna medida.
Fuegos de metales combustibles o clase D: Son fuegos muy violentos que en ocasiones causan deflagraciones. Se dan en metales alcalinos, alcalinos térreos y polvos metálicos. Poseen una combustión muy violenta y de llama intensa, emiten una fuerte radiación calórica y adquieren temperaturas altísimas. Es de vital importancia no utilizar jamás agua para sofocarlo puesto que su reacción es muy violenta y se incrementarán los daños. Para esta clase de incendios se deben utilizar extintores de polvo que son específicos para fuegos metálicos.
Las mangueras deben ser planas y semirígidas y estar guardadas en armarios de cristal accesibles. Además, como en el caso de los extintores, deben estar señalizadas e instaladas a 1,50 del suelo, según establece el RIPCI.
Mantenimiento de métodos de extinción
El mantenimiento de los sistemas de protección y prevención contra incendios dependerá de empresas mantenedoras, debidamente autorizadas por la autoridad competente dependiente de las Comunidades Autónomas, o bien del propio usuario o empresa siempre que acredite tener recursos humanos y materiales suficientes y acredite un seguro de responsabilidad civil.
Serán las Comunidades Autónomas las que velarán por el cumplimiento escrupuloso de todas las certificaciones de la Unión Europea, establecidas en su reglamento UE número 305/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 9 de marzo de 2011sobre materiales de construcción, por parte de estas empresas mantenedoras de sistemas de prevención de incendios. Además todos los materiales (extintores, detectores de humo, alarmas ) deberán ir debidamente etiquetados con la Certificación Europea (CE) siempre que dispongan de una especificación técnica armonizada como expone el RIPCI en su artículo 5.3.
Las empresas mantenedoras de sistemas de prevención de incendios deberán estar debidamente acreditas y disponer de personal cualificado y certificado oficialmente para las tareas que va a realizar, con especial atención en el caso del personal que vaya a trabajar con gases fluorados y repuestos suficientes de todos los materiales con los que van a trabajar. Además, todas estas empresas deben disponer de un seguro de responsabilidad civil y avales bancarios o financieros suficientes para un cubrir daños a terceros por valor mínimo de 800.000 euros y sin un límite fijo de la responsabilidad.
Es obligatorio que las empresas dedicadas al mantenimiento dispongan de un certificado de calidad del sistema de gestión que debe ser emitido por una entidad de certificación acreditada, según los procedimientos establecidos en el Reglamento de la Infraestructura para la Calidad y Seguridad Industrial, aprobado por Real Decreto 2200/1995, de 28 de diciembre. El alcance del correspondiente certificado, deberá incluir, explícitamente, el mantenimiento de todos y cada uno de los equipos o sistemas para los que se solicita la habilitación y por supuesto ninguna empresa mantenedora podrá ceder sus certificados a un tercero.
El caso de extintores portátiles requiere de garantías de certificación adicionales. Para su mantenimiento, la entidad de certificación acreditada deberá tener en cuenta los requisitos adicionales recogidos en la norma UNE 23120 sobre “Mantenimiento de extintores portátiles contra incendios” y certificados concretos para cada clase de extintor específico.
Cómo funcionan los sistemas de protección de incendios
Un sistema de alarmas contra incendios debe tener como principal misión la de salvar la vida de las personas que se encuentren en el edificio. El sistema de protección de incendios comienza con el diseño del propio edificio en el que se incluyen elementos ignífugos capaces de aislar en departamentos estancos las llamas en caso de un hipotético incendio, así se minimizan los daños personales y materiales. Una vez se hace lo posible desde el diseño y la construcción se deben instalar detectores de humo y caloríficos que hagan saltar las alarmas y avisen de un fuego en alguna parte del edificio para que lo evacuen mientras llegan los bomberos.
También se utilizan rociadores que pueden ayudar a controlar las llamas de manera automática. Por supuesto, también debe haber timbres manuales para avisar en cuanto comienza el fuego al resto de personas. Así como, extintores y mangueras para que sean las propias personas del edificio las que traten de controlar el foco de fuego.
Los planes de evacuación son parte muy importante del sistema de protección y prevención de incendios ya que la mayoría del personal no tiene conocimiento ni experiencia para apagar las llamas. Los simulacros de incendios son una manera de entrenamiento previsto en todos los sistemas de protección contra incendios para saber hacer en caso de que salte la alarma y sirve para salvar vidas. Por ello, es bueno practicarlos de manera periódica. En caso de incendio, debería haber una persona encargada de la utilización del extintor mientras se evacuan las instalaciones.
Los sistemas de alarmas y protección contra incendios deben ser comprobados cada año para comprobar que funcionan bien previo aviso al departamento de bomberos para que no acudan sin necesidad, ya que las falsas alarmas están conectadas con la central de bomberos y podrían hacer una salida en falso que además podría cobrarse a la empresa.